Foto de Pezibear
Salir a caminar, además de ejercitarnos, nos ayuda
a despejar la mente dejando a un lado las preocupaciones, pero si caminamos en
medio de la naturaleza obtenemos beneficios adicionales porque la belleza de
una flor, el canto de un pájaro, sentir la brisa en la cara mejoran el ánimo y llenan
nuestros sentidos con emociones positivas que redundan en nuestro bienestar.
Estudios han demostrado que estar en contacto con
árboles, plantas y la naturaleza nos beneficia tanto a nivel mental como físico,
que los árboles no solo nos proporcionan aire limpio, sombra, embellecen el
paisaje sino que emanan vibraciones que son captadas por nuestro organismo para
equilibrarnos a nivel biológico, por eso abrazar un árbol (llamado “abrazo
verde”) tiene el poder de mejorar el ánimo, aliviar la ansiedad, reducir la
irritabilidad, mejorar la concentración, eliminar pensamientos negativos y
ayudan a conectarnos con nosotros
mismos.
Personalmente creo que si mientras abrazamos un
árbol le expresamos amor, gratitud, admiración el beneficio es mutuo porque
como seres vivos ellos tienen la capacidad de sentir y nuestros sentimientos hacia
ellos los nutren y, por qué no decirlo, los alegran, al menos eso es lo que he
sentido al abrazarlos, es un intercambio de energías que se siente tan, pero
tan bien.
Hace muchos años leí que el inventor del polígrafo
(detector de mentiras) conectó este aparato a unas plantas y con el solo hecho
de pensar que les iba a cortar algunas hojas el aparato captó una reacción de
ellas, a lo mejor de ahí surgió la idea de hablarles a las plantas, colocarles
música, demostrarles amor.
Por todo lo anterior la próxima vez que vean un
árbol, sin importar el tamaño, recuerden el “abrazo verde”, atrévanse a abrazarlo, a beneficiarse de su energía,
sus vibraciones y lo más importante siempre cuiden y respeten la naturaleza,
den ejemplo a sus hijos y a los demás.
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